Goodbay

Vistas de página en total

6 jun 2016

PARTE DE NUESTRA PERSONALIDAD





Ésta es una pregunta que me he estado formulando durante mucho tiempo
y aun no pude encontrar una respuesta coherente para ella.

Si puedo explicarles mi sensación personal sobre la amistad y el amor, en que se basan y como se construyen.

Lo que no quiere decir que tenga la razón.

El mundo es polifacético y hay que aprender a mirarlo desde diversos puntos de vista,
darle la razón al otro, es aprender para uno mismo.

Estas dos expresiones que el ser humano adoptó para nombrar las relaciones entre ellos
se basan en acciones entre dos individuos, las cuales los hacen actuar en conjunto
cambiar su mirada sobre su llamado conocido ahora que ya, aunque sea,
lo ha visto por primera vez y quizá hasta se ha aprendido su nombre.

Más adelante, estas acciones se siguen sucediendo hasta que uno termina por conocer todo sobre la otra persona.

Creo que éste es el momento en el que solemos adoptar el término amistad y la relación se vuelve algo más entretenida, llevadera.

Uno empieza a disfrutar de la compañía del otro.
Incluso la relación puede pasar a más, eso que denominan amor.

Desde mi punto de vista es una mezcla de atracción física y una gran amistad, que combinados hacia otra persona pueden formar algo muy extraño que pocos tienen el privilegio de sentir.

Estás acciones incluso pueden llevar hacia una tercera sensación todavía no mencionada en este artículo, el odio.

Comúnmente se conoce a este término como el rechazo de una persona hacia otra, quizá por personalidades completamente diferentes, o simplemente por actitudes y formas de ser que no pueden formar una amistad.

Cuando esto sucede, simplemente se intentan cortar relaciones con el otro individuo de una vez por todas.
Para seguir amando y queriendo a lo largo de todo lo que nos queda por vivir.

Amar, odiar y querer es parte de nosotros, de nuestra personalidad, es algo que no podemos cambiar voluntariamente.

Se produce solo y no tiene una explicación lógica, simplemente, cada uno puede llamarlo como quiera, puede ponerle las palabras que desee para tratar de expresar lo que siente y como lo siente, pero solo él podrá entenderse.

Aun no hay un medio para transmitir sensaciones.

La amistad y el amor, descritos de esta manera tan objetiva no parecen gran cosa, pero una vez puestas en práctica...

Créanme, no hay nada igual




3 jun 2016

CÓMPLICES DEL SILENCIO





Fue la despedida, pero no fue brusca.
Fue un adiós lento, paulatino, hasta que un día, al despertarnos, ya no quedaron más palabras, ya no hubo más besos.
El que hasta entonces era nuestro mundo, de repente, se tornó vacío y sin sentido.

Nos culpamos el uno al otro de nuestra mutua desidia.
Nos culpamos de la falta de interés, de la rutina, de los silencios, de la apatía.
Perdimos el tiempo lanzándonos acusaciones, buscando porqués, sin saber que con ello perdíamos la última oportunidad que quizá nos quedaba.

Nos pudo el orgullo. Nos pudieron los silencios tercos; esa sensación de querer y no poder;
el miedo a acercarnos, porque sentíamos que ya estábamos fuera de lugar y de tiempo.
Tiempo.
Tiempo perdido cada uno de los segundos que desde entonces pasé culpándome, culpándote, dándole vueltas a por qué ya no estaba contigo.

Fue el silencio. Ese maldito silencio nacido del miedo a sufrir.
Ese que me atenazaba el alma y que impidió que te dijese lo que de verdad sentía en todos y cada uno de aquellos momentos en los que tú esperabas, en vano, una señal. Ese silencio que se aferraba a mi garganta impidiéndome gritar a los cuatro vientos que sí, que sentía, que te amaba, que para mí la historia no estaba acabada...

Fue el silencio. Ese maldito silencio nacido del orgullo.
Ese que se aferraba a tus dedos cada vez que sentían la tentación de deslizarse por el teclado para escribirme o comenzaban a marcar mi número con la esperanza de escuchar mi voz.

Ese silencio que encarceló tu alma, antes libre, impidiéndote confesarme abiertamente que sí, que sentías, que me amabas, que para ti la historia no estaba acabada...

Fue el silencio el que acabó con nuestra historia, pero el silencio no llegó solo.

Fuimos nosotros quienes lo trajimos a nuestras vidas, quienes lo invitamos a dormir entre los dos, cada noche, en nuestra cama. Fuimos los culpables, en igual grado.

Nos rendimos al miedo, al orgullo, abandonamos la lucha...
Callamos. Callamos porque era más sencillo que arriesgar.
Callamos porque en el fondo, quizá nunca estuvimos preparados para darnos, para amar...

Acallamos a nuestros corazones, les pusimos una coraza y... nos pudo el silencio.



INSTANTES DE PERFECCION


Alguien dijo una vez que las canciones tristes son las mejores, quizá ocurra lo mismo con las historias de amor.
Han pasado dos años y cincuenta días desde que...
No, en realidad creo que hace más, lo cierto es que por triste que parezca no sé cuándo ocurrió,
no sé cuándo te perdí.

Sé exactamente en qué momento me enamoré de ti; recuerdo el olor a sal, la risa de los niños, lo caliente que estaba el agua de los globos que utilizamos en aquella batalla, recuerdo pensar en lo afortunada que era ella por tener a alguien como tú.

También recuerdo el momento en el que te fuiste, recuerdo las palabras que no te dije, recuerdo el quejido de mi corazón al partirse, el sonido de la puerta al cerrarse y después....
todo ese silencio.
Seamos sinceros, creo que al menos nos debemos eso; te perdí en algún momento entre el "sí, quiero" y aquella discusión tonta que me llevó a romper aquella promesa, la que hablaba de brillar juntos en el cielo.

Dicen que el tiempo lo cura todo, que con el tiempo todo se olvida y yo...
Yo he pasado los últimos años tratando de no olvidar, tratando de conservar cada pedazo de ti,
del nosotros que un día fuimos.
He ordenado nuestro pasado en cintas para el proyector que he montado en el ático, con todas esas fotos que hablan de sonrisas y días de nieve.
Por supuesto, he colgado diminutas luces que simulan nuestras estrellas.

Creí que si no te olvidaba, si no perdía la esperanza encontrarías el camino a casa,
como si fuese uno de tus cuentos, esos que siempre acaban bien...
Hoy sé que no vas a volver, necesitas que te deje ir y yo necesito dejarte hacerlo.

Quizá, algún día, sea capaz de pensar en ti sin que duela.
Quizá, algún día, pueda mirarles y verte en ellos sin sentir que me falta el aire y sé que,
mientras ese "algún día"
llega, voy a tener que sentir cómo mi corazón se detiene cuando ellos me miren, hablen de ti o simplemente pidan un cuento de buenas noches.
con el tiempo volví a sonreír, que me encontré a mí misma y escribí mi propio cuento, uno con un final feliz. 

Sí, quizá... Algún día.



EN EL OCASO


También están los que usan las palabras, como arma y escudo, para cerrar el portón a la nostalgia —o en el peor de los casos— abrirla y engullirla a litros.

Es de ley, es de santo código abrigarse alrededor de la gramática, sin tocarla, juntos pero sin andar mezclando pieles, dos entes equidistantes, y enredar… 
Jugar a entrelazar las sílabas, como quien teje un tapabocas que siempre deja a medias, como quien no espera al sueño y ya desde bien temprano se vuelve dragón —que no caballero— obviando a la princesa.

Tiñamos grafías entonces, sepamos que los dedos nacieron para sostener tu pluma.

En ella se engendran todos los recelos del mundo.
No hay ocaso, hasta eso se ha perdido.
Te lo dije a pie de página, pero siempre percibes mis frases desde arriba…
Y yo también me bebo el miedo.

Tracemos sobre la hoja entonces.

No nos queda de otra. Apuremos la tinta que envenena tus pensamientos,
demos luz a tus musas y que corran por la vena hasta el ventrículo.

Porque la gran contrariedad es latir, conseguir que de una maldita vez sintamos algo.
O quizás ya sentimos, tú al menos.

Por esa amante insatisfecha que te exige más de lo que vales, que no se muerde la boca ni derrama exuberancias en la tuya, esa misma que se desprende de tus ropas cada vez que le aprietan sus zapatos, la que nunca come de tus miserias…

¡Y es a esa a la que tú le rindes pleitesía!

Acabemos con esto, pasemos la página y cerremos el libro, no da para más tu historia.

Se agotaron las noches en vela, se ha consumido el ímpetu y la perseverancia. Asume la derrota.
No más puntos suspensivos, no más comas, no más símiles brillantes que disfracen de extraordinario lo mediocre. Ya basta de proporcionar complejidad a lo simple.

Demos fin, tu verdad no es la verdad, la verdad es solo una.
Ahórrate el cinismo barato, la mentira piadosa que te vendes, no más mártires de cuento. 


No endulces la crudeza. La literatura —tu ausente amante intransigente— no se queda a solas llorando tu partida, no eres tú quien se pierde en el ocaso, no. 
No es ella quien sangra por la herida…

Eres tú a quién abandona.