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23 sept 2015

CARTA SIN DESTINATARIO




Te escribo aunque no te enteres, porque no soy de escribir,
pero las palabras se me abarrotan en los dedos y en convulsiones prosaicas las escupo impune antes de morir.

Te escribo para que lo sepas, para que lo sientas,
porque suicidarme en ti con sinceridades es mi mejor pasatiempo;
y te vas tan lejos a veces estando cerca, y te quedas conmigo a miles de kilómetros de distancia haciendo que todo esto valga la pena.

Víctimas de lo inexplicable, de lo repentino, de las ausencias, de los desencuentros, de las promesas incumplidas, de las complicidades involuntarias, de las causalidades fallidas.

No te preocupes, seguiremos, como siempre, llegando a destiempo, en paralelo, en simultáneo, tirándonos besos a través del vidrio y por teléfono.

Seguiremos rozando nuestras sombras, interminable historia imposible, por nuestros lugares saturados de inviernos, donde despertaremos para destrozarnos a miradas,
a intensiones hasta que vuelvan los hielos.

Mas no puedo estirarme hacia ti, mas no puedo alejarme.

Y mientras nuestro universo personal sigue su curso, creando y destruyendo al paso de las casualidades mundanas, el resto avanza; 
se unirán y separarán los amores perfectos, seguirán floreciendo capullos, muriendo flores, corriendo el agua y acariciando el viento.

Cantarán lo mismo los mismos pájaros y la lluvia avisará primero con su aroma a tierra mojada y arrasará después, como siempre. Todo seguirá igual fuera de nuestro infierno celestial.

Quizás las palabras no me alcanzan, y no sé si culpar a mi alexitimia o al tiempo.
Quizá ya estamos grandes, cansados o malacostumbrados.
Quizás un te espero valga más que un te amo.
Quizás...



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