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16 feb 2016

LECCIONES DE VIDA



Si algo me enseñó la vida es saber reconocer que a lo largo del tiempo las personas van y vienen, constantemente, como en un baile rotativo de parejas.

Que hay que saber diferenciar, que hay que equilibrar con buen acierto a quienes queremos cerca y a quienes vamos a dejar pasar.
No es una ciencia exacta, pero hay cosas que determinantemente se saben.

Durante esto que llamamos vivir chocamos infatigablemente con personas a cada cual más distintas.

Es difícil saber, a priori, cuál de ellas va a dejar una huella imborrable en nuestras vidas,
cual hará más daño que caricias y quien de ellas se dejará pasar sin pena ni gloria.

Indudablemente, nuestros sentimientos también cuentan...
Habrá seres que querremos mantener a nuestro lado, a como dé lugar,
pero la realidad nos dará en la cara y no querrán quedarse.

No hay nadie que no sepa que, lamentablemente, no se puede retener a los que nacieron con alas, salvajes y libres.

Las personas vienen y van; a veces como en un baile de máscaras volvéis a reencontraros,
ya pasado el tiempo, y aunque vuestros ojos mantienen esa esencia que os define caéis en la cuenta de que ya no sois los mismos...

También aprendemos que las personas cambian, que sus experiencias los vuelven diferentes,
que transforman parte de las conductas que los hacían quienes eran para transformarse en perfectos desconocidos con los que ahora apenas nos quedan algunos recuerdos en común.

Ese o esa, que unos años atrás se definía como amigo incondicional, ahora apenas es un extraño.

Una vez aprendido nunca olvidarás que las personas a las que quieres son las que más daño pueden hacerte.

Serán las únicas capaces de enterrarte en vida, como si nunca hubierais sido nada.

Con el tiempo aprendes, a base de golpes, a digerir cada una de las frustraciones que trae consigo cada promesa rota...

Con el tiempo aprendes que cada juramento roto eleva el grado de decepción hacia las personas que te los hicieron...

Con el tiempo, sencillamente, dejas de creer.

Comprendes que el mundo gira a un ritmo ensordecedor y que la única opción que queda a veces es subirse al carro de la prisa...

En ese mismo tiempo también descubrirás que no todo es un ir y venir y que, a veces, eres tú el que deja atrás a determinadas personas que pensabas indispensables.
Esa es la única lección: en la vida nadie es insustituible.



 

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