Goodbay

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28 sept 2011

Anatomía de un instante

Como una estudiante aplicada voy repitiendo, en lenta letanía, el camino de tus besos.

Cuboides, astrágalo, calcáneo, trigémino, cuadriceps, sartorio...

Te recreas en la espina iliaca para luego descender y depositar un beso, suave como ala de mariposa, en mi pubis .

Y el tiempo se detiene en este instante en el que me hago líquida bajo tus labios.

Y mi respiración se agita, y el corazón no late ya en mi pecho, si no en ese lugar secreto y húmedo donde a cada instante te espero...

Y mis ansias bailan al son del ritmo que marcan tus dedos, que avanzan a escondidas, desnudándome y leyendome a través de las yemas, como un ciego.

Y mi cuerpo se agita bajo tus caricias, oleada desatada, mirada encendida.

Y mi cordura se queda prendida de una arruga del puño de tu camisa, en el preciso instante en el que cae al suelo.

Y me besas, y me acaricias, y me embistes y me llenas. Alma con alma. Piel con piel.

Labios que susurran, cabello enmarañado, bocas que muerden, lenguas que dibujan intrincadas grecas sobre pieles ardientes.

Y me aferro a tu espalda para no caer del todo en la oscuridad de esta locura que desatas en mí cada vez que me llevas, cabalgando entre tus brazos, al instante preciso en que mi yo atraviesa la línea que lo contiene dentro de este cuerpo, que lames y acaricias, para salir de mi boca en un gemido tenso que marca el zénit.

Sólo un flash, sólo un instante...

Y sin embargo... la vida comienza y acaba en él.




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