Goodbay

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7 abr 2016

CABALGANDO EN MEDIO DE LA BRUMA



Tus palabras resuenan en mi mente mientras recorro la autopista en la noche, tibia y sin estrellas.


Voy camino al norte, donde aún se respira el aire frío. Cogí mi motocicleta -esa noble bestia color negro azabache, encarnación de la nocturnidad- y partí sin decir nada a nadie. Necesito estar solo con mi soledad.

Necesito ordenar mis ideas y tomar una decisión, pues no aguanto la tristeza y no puedo soportar tanto dolor.

Si pudiera ver en tus ojos en este instante diría con seguridad que están a la espera de una explicación. Te la daré, porque la mereces y porque sé que lo que hoy te diga solamente en ti quedará.

O tal vez no diré nada al respecto y me iré por la tangente, ya sabes cómo soy.

Hace mucho que no toco tus labios, pero siento como si de ellos hubiera bebido el néctar de los dioses... hace mucho que no me veo reflejado en tus ojos, pero siento como si hubieran iluminado mi camino toda la vida...

Te siento tan cerca aunque estés tan lejos...Te echo de menos, te amo, te amé desde el primer momento y te amaré hasta que exhale mi último aliento y aún más.

Pues los dioses tienen que regalarnos el poder reunirnos y estar juntos para siempre.

No sé qué pasará después de que envíe esta carta, pero sí sé que no vas a contestar.

Acaricio tu cabello y percibo el aroma de las flores que salen de su letargo invernal; beso tus labios y los siento más dulces que la miel recién extraída de los panales; abres los ojos y ante mí se extiende el límpido cielo primaveral; y el viento que viene del norte ha hecho desaparecer esas nubes grises que se cernían sobre nosotros...

Recuerdo una noche que te miraba a la luz de la luna.

Solamente entraba un tenue rayo, pero iluminaba tu ser de una manera maravillosa. Parecías flotar en las nubes cuando entonces una ligera mueca curvó tus labios.
En sueños algo te molestaba.
Murmurabas palabras que casi no comprendía, pero entre ellas escuché “amor” y “siempre”. Te cubrí con un abrazo que deseé fuera eterno y puse un beso en tu frente.

Recuerdo cómo te conocí. Quedé prendado de ti desde el primer instante.

Recuerdo las primeras llamadas, la ilusión de verte. Recuerdo el calor en mis mejillas cuando en ellas tus manos posaste...no tan delicadamente, por cierto.

Pasamos por mucho, mi amor. Y ahora solamente me quedan los recuerdos. A veces, tengo miedo de que incluso esos recuerdos no sean reales y que todo sea producto de mi imaginación febril. Porque no te tengo a mi lado, porque no me dejaste nada...

Aun así, sé que te amo.







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