Goodbay

Vistas de página en total

13 mar 2013

UNOS MINUTOS A SOLAS







Intentaré hacerlo, ahora que puedo.

Ahora que mis ojos han dejado de estar húmedos.
Observarás algunas gotas en el papel... no es más que agua derramada en un despiste mientras escribo.

La enfermera me ha colocado el respaldo de tal forma que me encuentre lo suficientemente erguida para poder escribir.
Mi pretexto ha sido dolor de espalda estando tumbada.

En cuanto se ha marchado, he aprovechado el papel y el bolígrafo que a algunos de nosotras (las lisiadas sin remedio) nos dejan encima de la mesa para dar nuestro último adiós.



Un día como hoy se hace ironía que tenga que despedirme.

Un día donde se premia la atención, la cercanía, la pasión en las parejas.
Donde se premia precisamente el estar presente.

Quería, sin embargo, mostrarle a San Valentín que no todo hoy es estar con la persona amada si no se puede.
Eso, tú y yo, lo hemos hecho a diario.

Me he embriagado -sin cansarme- muchos días de tu sonrisa, de esa carcajada de niño que soltabas cuando mis dedos buscaban tus cosquillas, cuando interrogaban tu cuerpo buscando respuestas.

Sí, es una despedida, pero aún siéndolo, déjame demostrarle al santo que puedo irme de tu lado amándote como si estuviera todavía contigo.

Haciéndote sentir, en todos los números que vuelvan a marcar esta fecha, que sigo siendo tu amante allá donde me encuentre.

Todavía recuerdo cuando en la oscuridad me preguntabas cual era mi mayor miedo.
Creyendo tú que me encontraba con los ojos cerrados, te miraba, fijamente,
averiguando tu silueta en la penumbra y pensaba sin dudarlo que mi mayor miedo era irme de este mundo y no volver a verte nunca más.
Desviaba el tema y hablábamos de otra cosa.

Ahora, que me encuentro a punto de embarcar con sólo billete de ida, no dejo de pensar en ti.

Jamás te sientas culpable de esto. Sabes bien que lo único que he querido siempre ha sido hacerte feliz,
que me he considerado la mujer más afortunada viéndote bien, y que si de mi hubiera dependido,
en el pasado nadie te habría hecho el más mínimo daño antes de conocerme.

En cierto modo, morir deja de darme tanto miedo.
No hago más que repetirme, mientras escribo con mano temblorosa, que lo que mi boca calle con la muerte, mi corazón te lo seguirá susurrando cada vez que leas estas palabras.

Un corazón que tiene de dueño tu nombre.

Este mundo deja de tener sentido si no puedo abrazarte como antes, deja de tener sentido para mí el seguir respirando artificialmente cuando cada una de mis bocanadas de pulmón han ido dedicadas a ti.

He sido una mujer fiel y la más feliz del mundo.

He sido fiel porque jamás me ha costado ningún esfuerzo, y he sido feliz porque contigo no he podido nunca encontrarme dentro de otro estado. Sabes que siempre he sido celosa. Sí, lo sabes.. Dios, por alguna extraña razón que me tendrá que explicar en breve, (porque prometo que le pediré explicaciones) no lo ha visto apropiado.

Quiero que rehagas tu vida, con alguien que te cuide, que te quiera más de lo que yo te he querido, a excepción única de que no me olvides, por favor.

Permíteme seguir amándote desde ahí arriba, donde seguramente me tocará conocer por primera vez el aburrimiento al no tenerte,
donde pese al estado místico del momento, nada se comparará nunca al olor de tu pelo, el hacer planes tumbados boca arriba en la cama sobre cómo serían nuestros hijos, y hasta donde sentaríamos a tu madre y a la mía el día de nuestra boda.

Mi vena clásica me llama hasta en momentos como este. “Verba volant, scripta manent”.

Lo escrito se mantiene, pero te aseguro que más se mantiene lo que un hombre ha forjado a fuego en el corazón de una mujer.
Pelearé contra el santo más rebelde, contra el ángel más robusto, si alguno de ellos intenta borrarme tu nombre del alma.

Me niego. Quiero quererte siempre. Los dolores me visitan con más frecuencia, trato aún así de seguir firme sobre el papel.

¿Es posible poder sentir alguna presencia en esta habitación, donde sólo me encuentro yo con tu recuerdo?

Te reías de mi cuando decía creer en estas cosas, pero creo que quién tiene que recogerme, me observa complacido mientras trato de despedirme de ti.

" Hazme el amor cada vez que leas esta carta, piensa que me lo haces una vez más "

Sigue adelante, amado mío, y cada uno de los días que marque San Valentín en tu calendario a lo largo de los años,
lee estas palabras para saber que desde el cielo bajaría para morir cuantas veces hicieran falta por ti.

Hagámoslo bonito, cantemos juntos, yo ahora y tú cada vez que me leas, el fragmento que por mí te dice adiós,

esa parte de nuestra canción íntima que nos cantábamos el uno al otro sustituyendo de forma genial las palabras del sentir.
Siempre hemos sido originales.

... Hasta para amarnos .









3 comentarios: