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5 dic 2014

DEMONIOS EN EL JARDIN


Puedes pasarte años luchando contra viento y marea por hacerte un hueco en el complicado mundo de la música.
Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco que fuera tan difícil.

Probablemente, tu escasa paciencia se habrá ido en innumerables ocasiones de vacaciones y tu ventana ha visto volar más de una guitarra eléctrica…

Hasta que se llega a un punto en el que todo se te hace grande y tú pequeño… muy pequeño.


La competencia es fuerte y avanzar es como pretender tocar el cielo con la punta de tus dedos, pero soñar es gratis y no estás dispuesto a tirar la toalla, al menos aún…

Quizás la solución es deshumanizarse un poco, al fin y al cabo eso te hace más débil.

Hace tiempo que te habrás dado cuenta de muchas cosas y serás consciente de que las estrellas no brillan por ti en el cielo, que el dolor no existe, sólo es un reflejo de los demonios que habitan bajo la cama y que, si buscas otro mundo a través del armario, no encontrarás más que la pared (y los sueños, sueños son).


Quizás si dejaras pasar algo más de luz a través del cristal probablemente verías las cosas de otra manera.

Pero tienes la costumbre de cerrar las cortinas y bajar la persiana,

así en tu propia oscuridad tus ojos no pueden ver el brillo de su mundo, tu azul se torna oscuro y pierde vida…

Y es que debiste haber vendido tu alma al diablo cuando tuviste ocasión,

siempre has sabido que ese tipo de oportunidades no se presentan todos los días,

además es complicado resistirse a esa sonrisa tan pícara .

Así que al final sólo te queda el deseo de gritar al mundo que, por mucho que lo dramaticemos, sólo somos un montón de huesos con algo de carne (unos más que otros)

que el sol siempre sale por el este y se esconde por el oeste, que la magia sólo está en la mente y que el destino no es más que un cúmulo de casualidades y decisiones oportunas, incluso a veces… inoportunas (benditos errores).

Resumiendo, quien siembra vientos, recoge tempestades, ¿seguro?...

Pues igual no, y todo eso es solo un cuento que se inventaron para que el rebaño fuera bueno.

Así que te marchas, sin mirar atrás, subes a ese tren, arropado por los tuyos, con tu novena guitarra a la espalda y mirando hacia adelante. A lo mejor si vuelve el diablo con una buena oferta, le das calabazas y esperas a otro año.

Mientras tanto seguirás viajando de ciudad en ciudad, dando conciertos,
yendo a clases, componiendo en frías habitaciones de hotel, grabando canciones…

Sí, eres parte del rebaño Simplemente así.

Y, pese a todo, seguirás disfrutando mientras puedas de las luces de ciudad
y sufriendo por los demonios que habitan en tu jardín


seguirás disfrutando mientras puedas de las luces de ciudad y sufriendo por los demonios que habitan en tu jardín



 

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