Goodbay

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11 sept 2011

Abrazo

Y da igual lo que se tuerza el día si luego siempre amanezco en un abrazo parecido a tocar el piano a cuatro manos.
No hay nada que temer mientras estés ahí cuando todo tiemble, sólo tengo que seguir los pasos que separan el resto del mundo de nuestro cielo particular.

El diámetro de la circunferencia en la que atesoro tus gestos aprendidos se vuelve una espiral cada mañana, y en ese momento no hay fe más firme que la que respiro pronunciándote real, tú en todos los rincones habitables

Los rayos del sol me acarician la piel, se cuelan, esquivos, entre las cortinas.

Las brumas del sueño pegadas aún en mis pestañas.

Sin abrir los ojos, giro sobre mí misma, sintiendo el cosquilleo de las sábanas enredándose en mis piernas.

Todo a mi alrededor huele a él. Me abruma, me envuelve.
Me expande el corazón.
Huele a miradas silenciosas, a besos furtivos y a risas cómplices.
A él dibujando sinsentidos con el dedo índice sobre mi espalda.

El roce casi fugaz de unos labios sobre mi sien.
"¿Ya despertaste, pequeña?"

Sonrío, porque cuando oigo su voz no puedo evitar este gesto en los labios.
Querría responder, pero no puedo.

Sólo soy capaz de acurrucarme más contra él, escondiendo la cabeza contra su cuello.
Sintiéndome segura entre los brazos que me rodean. Me gustan los días junto a él porque puedo detener el incansable tictac del reloj.

Nunca me contaron que las mañanas podían tener tanta magia...



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