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7 dic 2014

EL VALOR DE LA AMISTAD



Antes la palabra amistad significaba algo más que una llamada o dos diarias y alguna carta ocasional.

Significaba un compromiso de lealtad, empatía, generosidad, apoyo...
Y probablemente me dejo en el tintero muchas cosas.

Hoy día el valor de la amistad ha decaído hasta cotas insospechadas, dejando paso a amistades telefónicas, de encuentros casuales y algún regalo navideño "por quedar bien".
Ya prácticamente no existen aquellas horas de conversación ilimitada, aquellos escapes de gira para verse y emborracharse, aquellos tirones de orejas por los cumpleaños.

¿Y qué fue de la lealtad? ¿Del compromiso? La traición y la alevosía se están imponiendo cada vez más, con las mentiras, excusadas por aquello de que son mentiras blancas, mentiras para no "hacer daño".

Estamos perdiendo la dignidad a pasos agigantados junto con la alegría de compartir las cosas con los demás, dejando paso a una vida insustancial y aburrida.

Esto parece ya un circo sustentado en el qué dirán más que en una estrecha relación de inquietudes y esperanzas compartidas.

La decencia es el escalón más bajo desde que las personas decidieron que era mejor encerrarse en burbujitas susceptibles de ser reventadas en cualquier momento.

Y lo peor no es sólo eso... lo peor también es que caemos todos con facilidad en ese tipo de vida, nos guste o no, en mayor o menor medida, donde el menor de los problemas es que sólo se use el teléfono y la llamada ocasional.

Que eso también duele, pero no tanto como ver que te han clavado un cuchillo lo más hondo que han podido.

Es entonces cuando te das cuenta de que si no reaccionas puedes extender ese hilo, tejiendo una red cada vez más parecida a una telaraña, donde quien cae difícilmente puede salir.

Todavía queda la esperanza de recuperar algo que parecía perdido, intentar cambiar algo posiblemente inexorable y mostrar que la amistad verdadera aún tiene sentido.






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