Goodbay

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30 ago 2011

Formula



La fórmula que tomo prestada y me araño la piel con ella. El dolor de la aguja penetrando la piel de nuevo. La tinta que se mezcla con la sangre y la música. Los dos elementos que mejor me acompañan cuando me siento vivo.

Y así es, cuesta recordar la última vez, el último periodo tan largo... Y mientras lo digo sé que no, que no me engaño. Es una confesión privada y una reflexión con mantra en el laberinto sin salida de los lamentos... Nunca me he sentido tan vivo como cuando nunca estuve tan muerto. La contradicción y el imposible me invitan a bromear que podría ser lo mismo pero la perspectiva y el recuerdo son los que llevan la razón. Tan vivo antes en ti, muy viva ahora en mi.

Pero no iba de lamerse las heridas, iba de abrir frentes y teñirse la piel... porque todo cambia y no hay sentido en intentarlo. ¿Alguna vez has jugado a imaginar el color de los sueños? Se fabrican en un gris plata, un puente efímero entre la ficción y la realidad, una línea de éter desdibujada donde a todo le podemos hacer cobrar sentido.

El lugar donde cualquier eslogan optimista se transforma en una ecuación sin fallo y la voluntad es el motor del tiempo y las formas. Un huracán de aire fresco que invierte el ángulo y la geografía.

La realidad inventada es que había tejido un amargo camino de espinas para construir un altar de melancolía en el ritmo que marca el desgarro. La ficción cumplida es que el puente se hundió bajo mis pies haciendo que cayese al río.

Luchando contra la corriente por instinto he llegado, engañando a la consciencia, al instante siguiente al punto señalado. Lo sé desde hace algún tiempo, me sigo negando a aceptarlo, probablemente no lo haga... aunque hoy hago una muesca en el revolver. Una bala medio certera, otra en la recamara... para cuando no este ocupado sintiéndome vivo, sintiendo el vacío.

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