Goodbay

Vistas de página en total

21 feb 2012

SUEÑOS DE SAL



A veces sueño con un campo de girasoles más dorado que el fondo mágico de un campo recien regado, con su misma profundidad infinita.

El calor entre sus surcos es asfixiante, el sol castiga desde cada uno de sus pecosos rostros, y el sudor va a morir a un desierto de dunas diminutas.

Sigo una gota salada que cae por mi nariz hacia ese abismo invisible y me pierdo en su oleaje que al estallar contra la arena me despierta varado en una playa solitaria, abierta como la sonrisa de un niño.
En blanco y negro con la ropa ajironada me desperezo y me incorporo.

"¡Aaaah!" Podría suspirar una eternidad al sentir el tacto de la arena aterciopelada dibujando caracoles en las plantas de los pies.

Grabo un girasol de cicatrices en la arena para que el agua lo deshoje por mi.
Pero esta playa no tiene mensajes en botellas.

Tiene una cuesta que no acaba, tras el mar todo es arena mojada, ¿por qué? ¿Acaso hay montañas regadas por olas? Es lo más parecido a un sinsentido de escalera mecánica, con trampa, atrapado.

Si tuviese mi girasol le preguntaría, pero la sal ya se lo ha llevado, la sal se lo lleva todo de la mirada y produce en la memoria el mismo efecto borroso que al atravesar el iris pese a estar infectado del mismo brebaje.

Y el párpado se hace el remolón al notar la luminosa oscuridad del amanecer, un rayo de sol entre la sombra o que sé yo si una bombilla.





No hay comentarios:

Publicar un comentario