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6 oct 2011

Romeo y Julieta

“Ambos saben que es prohibido.”

El destino quiso hace ya unos cuantos años atrás, cruzar sus vidas una agradable tarde noche otoñal.

Ella una bonita y elegante dama proveniente de una famosa familia artística, su talento y su inteligencia combinaban a la perfección con su belleza y su seducción. Ella podría tener prácticamente todo al alcance de su mano.

Él un joven soñador de familia respetada por una sociedad diferente, alejada de los escenarios y de los buenos hábitos. Su imaginación y sus conocimientos eran su principal destreza, su gusto por lo diferente su principal atracción, su principal inspiración.

La tarde parecía llegar lentamente a su fin mientras la claridad desaparecía por el horizonte, la música sonaba de fondo y la fiesta de disfraces se desarrollaba con total normalidad.

Ella era una de las invitadas de honor, su cargo de alto rango en la ciudad la hacía una de las personas más esperadas en la fiesta. Los medios no podría perderse la oportunidad de tomar algunas fotos en íntimos pero ella se había encargado de hacerles la tarea imposible con un audaz disfraz que la mantendría en incógnito durante toda la noche.


“Sólo su inconfundible sonrisa la delataba.”

Él había logrado entrar en la fiesta sin obvia aprobación de las autoridades, su familia no era por ciertos motivos legales aceptada en la ciudad pero el desafío de mezclarse por unas horas le divertía enormemente. La satisfacción era gigante mientras detrás de la escalera principal podía divisar desde una zona elevada a todos los invitados de privilegio que la fiesta tenía. Figuras políticas, jueces, oficiales, artistas destacados, ciudadanos adinerados que solían hacer grandes donaciones, entre otros.

La música tuvo una pequeña pausa mientras por los altoparlantes se anunciaba que los mozos recorrerían el salón con delicados bocadillos y variadas bebidas. Era una pequeña pausa donde la habilidad de socializar decía presente entre aquellas personas que sus disfraces permitían una fácil identificación.

Ella sin embargo buscaba alejarse de la rutina y se divertía con sus amigas cada vez que alguien preguntaba por su presencia. Esa noche se sentía un poco más libre que de costumbre. No había mayores compromisos ni presiones.

Él recorría el lujoso jardín en solitario. Saludando educadamente a cada uno de las autoridades rivales de su familia. Se divertía al recibir cada cordial saludo mientras bebía con elegante pose, sin descubrir en ningún momento algún rasgo de su rostro.


Una bonita canción comenzó a sonar repentinamente mientras las luces se esfumaban entre una pequeña ronda de humo artificial que decoraba la zona de baile, dándole un toque ideal para la diversión. Los vasos fueron quedando abandonados en las mesas perimétricas mientras la música extraía las ganas de bailar en cada uno de los invitados allí presentes, repletando el patio del jardín en solo cuestión de segundos.

Él camino entre las personas hasta llegar a una esquina donde la luz de las velas resaltaba la sonrisa de una hermosa señorita que bailaba junto a sus amigas.

Ella se divertía bailando mientras sus amigas la incitaban a invitar a bailar a un extraño joven enmascarado que ahora venía caminando directo hacia la esquina del jardín donde ellas se encontraban.

Antes de decir una sola palabra el joven eclipsado por la belleza que tenía ante sus ojos extendió la mano delicadamente invitándola a bailar. Solo con sus labios y su brillante cabello rubio al descubierto, ella miró fugazmente a sus amigas antes de de estirarle la mano en respuesta a su sencilla propuesta. Ella tomó su mano. Él dejo escapar un inmenso suspiro mezclado con una tibia sonrisa encasillada. Ella sintió como su mano derecha se entrecruzaba con la suave mano del extraño joven. Él sintió los delicados dedos de ella entre los suyos. Encontró en el camino un gran anillo dorado que lo decía todo, él levantó la mirada hasta encontrarse con sus ojos. Ella notó en su mirada juventud y picardía desafiante que provocó una pequeña sensación en su cuerpo. Ambos se sonrieron y se acercaron lentamente dispuestos a disfrutar de una pieza musical.

En ese mismo instante una nueva canción comenzaba a sonar, lenta y hermosa canción. Las luces que al momento iluminaban suavemente el jardín desaparecieron, dejando que solo las velas dieran claridad en la noche. Un paisaje perfecto...

Ellos bailaron la canción despreocupándose por un instante de las distintas realidades que los rodeaban. Sin saberlo, dos familias eternamente enemigas se habían cruzado casualmente y, escusados en un baile, ahora se encontraban a escasos centímetros de distancia. El sentía su inconfundible aroma, ella sentía como el corazón del joven se aceleraba en cada movimiento, en cada cruce de mirada.

La canción llegaba a su punto final, ambos querían descubrir sus rostros pero los riesgos eran incalculables, aún sin conocer realmente lo que en ese momento estaba pasando. Él se acerco y le susurro unas palabras al oído. Ella lo miró y le regaló un profundo beso en la mejilla.

La pieza musical terminó repentinamente, ambos podían sentir como sus manos se distanciaban al ritmo de la siguiente canción. Sus miradas sin embargo permanecían entrelazadas mientras reculaban lentamente... Así hasta perderse de vista mutuamente entre tantas personas con disfraces, entre tanta realidad a la luz de las velas.

Antes de separarse, él le había susurrado su nombre al oído, “Romeo”. Ella, tras el beso en la mejilla le había dibujado su nombre con los labios, “Julieta”.

Ambos se perdieron en la fiesta y no volvieron a encontrarse esa noche. Ambos, se fueron con nuevos raros sentimientos dando vueltas en su interior, que lejos estaban de lo que imaginaban para esa noche de disfraces.

“Aquella primera noche fue solo el comienzo...”

Ambos sabían que debían volver a encontrarse, el como y el donde aún no lo tenían claro. Solo sentían algo nuevo que ocupaba crecientemente sus pensamientos.

No habrá adversidades que logren distanciarlos, ni realidades que puedan impedir que vuelvan a encontrarse, una vez, otra vez, y otra, y otra... Sus familias siempre serán enemigas, sus vidas siempre serán distintas, lo prohibido nunca dirá “ausente”, el amor siempre estará presente..


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