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24 ene 2012

Maneras de ser


Cuando la mayoría de nosotros comenzamos nuestra andadura y también, en el caso de los más jóvenes, según nuestros intereses y vivencias, escogemos una determinada personalidad.

Con el tiempo vamos aprendiendo que unas abren más puertas que otras a la hora de ser sociables y poder tener más amigos o romances.

Es lo que nos define en primera instancia, junto a nuestro aspecto físico y las metas que vamos consiguiendo. Una buena combinación de estos factores nos garantiza el éxito en la sociedad.

He conocido auténticas bellezas, de las que hacen parar el tráfico, que pasan su existencia completamente solas, como un elemento más del paisaje, sin dejar huella. Y en cambio, personas con un aspecto anodino tienen un buen número de gente a su alrededor y se hacen notar.

Todos sabemos que determinadas formas de ser están encaminadas a conseguir ganarse a un determinado sector.

Ser amistoso o extrovertido facilita el acceso a abrazos, risas, bromas y todo lo que buscas en un buen colega. A todo el mundo le gusta tener amigos que son el alma de la fiesta.

Así pues, los promiscuos aspiran a ser los campeones del romance y del sexo, sin importar las ataduras, lo llevan con orgullo y el aspecto es incluso algo secundario. Con empezar a guiñar un ojo, ya van ganando terreno.

De manera similar, los seductores, como su nombre indica, preparan el camino de forma lenta pero segura.

Otros comportamientos son más difíciles de encontrar, puesto que tienen una cierta carga negativa. Son los que exhiben aquellos que no quieren que nadie se les acerque.

Los xenófobos y su odio a todo el que no es como ellos. En este mundo no existen minorías, puesto que todos estamos bien representados, pero da un poco de reparo conocerles.

Los agresivos siempre me han dado bastante miedo. Instintivamente doy un paso atrás por si tuvieran intención de pegarme y, dada mi falta de conocimientos de artes marciales, no quisiera salir mal parado.

Muchas veces tomamos unos momentos para nosotros solos, en plan reservado y suele ser el estado preferido en muchas ocasiones para los que están a cualquiera de los lados de la Ley. Lo bueno de ello es que nadie puede molestarte con cuestiones inoportunas.

Sin embargo, hay una personalidad que siempre me ha resultado confusa y que no corresponde muy bien con su nombre. Me refiero a los miles de adorables que habitan este mundo. Podría pensarse que todo son pasteles, lazos, caramelos y juguetes, pero nada más lejos de la realidad.

Por mi experiencia a lo largo de los años, me he dado cuenta de que los adorables conjugan en su aparente inocencia el acceso hacia las bromas y una rápida aproximación al coqueteo, casi tan rápida como los que lo buscan de forma consciente.

Envueltos en tul, esconden un interior de cuero y látex, es algo perturbador en realidad... pensar en gatitos y verlos convertidos en tigres.

Como reflexión, creo que por muy cómodos que nos encontremos siendo como somos, no todo es lineal, depende de nuestros sentimientos y experiencias dejar a un lado a veces esa esencia y sin dejar de ser nosotros, ponernos en un lugar distinto para experimentar o, tal vez, para encontrar el camino que necesitamos.

Y si acabamos en el cruce como los adorables, más posibilidades tenemos para ciertas cosas.




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