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30 jul 2011

Alicia y Superman

Tras sábanas revueltas nace un tomo con antifaz, una historia de superhéroes probablemente apta para menores de edad. Sin érases, ni una, ni dos, ni tres veces.

Aunque otros podrían decir que es héroe de alcobas bajo el disfraz.

El chico del pan se pone sus mallas verdes en cuanto ve a Alicia pasar. Alicia es, como no podría imaginar, la chica de las mil maravillas que salta al agujero sin mirar.

Aunque otros podrían decir que va y viene, sin más, sin ver a Alicia danzar.

Al final de la madriguera hay principio, luz y oscuridad. Un rastro, un deseo, un... día en la vida más, normal, dentro de la miga que tiene, no el pan.

Aunque otros podrían decir que hay heridas, viejas y pasadas.

Alicia desconoce sus ensueños, sus reinos, ficciones de resuellos. Y es que no ve la vida girar. Ha pasado tanto a través del espejo, que ni el reflejo ha querido soñar.

Aunque otros podrían decir que dibuja maestra lo que saborea con nocturnidad.

El de verde que de sobra conoce sus inversos, el vidrio mágico que es puerta y quimera. Cuidado, no lo vaya a estropear. Con Alicia, que es Marilyn, un té va a admirar.

Aunque otros podrían decir que no saborea lo obvio sino el reflejo travieso del líquido al reposar.

Si para él con ella sale el sol está viendo doce y un huracán, curvas y curvas sin piedad. Bajo tierra te has ido para subir al cielo, chaval. Y se quitaría el antifaz...

Aunque otros podrían decir que viven de noche para no dejar de soñar.

Pero sería un mal final, para un cuento que no quiere acabar. Que la vida no es vida sin este cristal. Que un girasol vale para más que deshojarlo. Es mejor acumularlo.

Aunque él, sin necesidad de otros, podría decir que es magnum opus de sus delirios, de fantasía y realidad, aun sin terminar.

Será que por eso Alicia se ha ido a llamar

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