reflexiones

ntroducción al 53 y despedidas al que se va. Aunque, ahora que termina, siento que no he vivido tanto como debería, que me he dejado simplemente llevar por la marea, por la subida del agua en la costa, que me tumbe boca arriba en la playa haciéndome la muerta y aparecí en medio de un océano sin movimiento ni tempestad.

Odio sentirme como me siento y odio pensar y comparar situaciones, no es nada agradable recordar otros finales dramáticos de películas con tono cómico romántico, ni de cómo el mal de ojo tántrico-epiléptico terminó de un modo tan similar al que se avecina en el 10.

No me gustan las conversaciones de ascensor y evito en la medida de mis posibilidades subirme con desconocidos a estos claustrofóbicos lugares.

Odio no sentirme nada y odio ser un todo. No me gusta estar así y no sé qué demonios puedo hacer para capear la marabunta de ideas de bombero retirado que se me juntan en la cabeza. Detesto esta soledad y me detesto por odiarla.

No dejo de preguntarme qué será, después, de todo por lo que tanto he luchado. Una vez leí en algún lugar que si miras el cielo en compañía lo ves de forma diferente, pero me gusta pensar que las estrellas son las mismas que si las miro en soledad