Cuando no hay una razón que explique un hecho, o cuando no hay algo lógico a lo que aferrarse, el hombre pierde la cabeza con la intención de escapar a esas ideas que él mismo creó. Un mundo imaginario en el que refugiarse de cualquier mal externo, de cualquier mal pensamiento profanado por un doncualquiera con el propósito de dañar.
Una u otra excusa bastará para reservar una plaza en ese avión que yo sólo puedo ver, un asiento en esa mesa en la que tú y yo sólo podemos comer, o en un lugar único donde nosotros podamos jugar.
Reacciones involuntarias de mi cerebro acostumbrado, entregado a un trabajo maquinal que la sociedad intenta obligarme a hacer. Leyes y promesas que procuran hacerme ver pero no tocar la luz, como una puerta acristalada tras la que poder observar, pero en cambio no cruzar. Búsqueda de palabras incoherentes para explicar mi libertad, una locura aparente de la que jamás me quiero olvidar y un amor eterno al que no relegar.
Una ilusión no perdida, un corazón al que amar y una locura que mantener. Una explicación sin sentido y una mujer a la que querer. Un camino que andar y un pueblo al que llegar. Enumeraciones extensas que definen mi vida, en resumen, nuestro amor de guía y nuestra locura el camino. Dame la mano y reanudemos la marcha hacia ese pueblo imaginario al que debemos llegar.
Disparemos juntos esa bala sin peso y matemos la no libertad. Te...
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