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20 sept 2011

Por fin te encontré

Por fin te encontré, después de haber caminado con los ojos cerrados o, mejor dicho, con una venda puesta sobre ellos. Prieta, que apenas sí me dejaba respirar, haciéndome creer que aquella sensación de ahogo era lo normal. En un gran momento de suerte, perdí la venda, realicé la primera inspiración real de mi vida, abrí con fuerza los párpados y te vi. Solo dudé un instante porque tanta luz me cegaba: a los pocos segundos sabía que tenías que ser tú y que, por fin, te había encontrado, porque estabas delante de mí y te vi.

Crucé los dedos y pensé que ojalá tú hubieras estado tan ciego como yo justo hasta ese momento en que nuestras miradas, como nosotros, se encontraron y tu cándida sonrisa hizo más intenso el halo de claridad que consiguió que recuperara la vista y la respiración y perdiera la razón.

Quizá sea cierto eso de que se encuentra antes lo que no se busca y yo, que sólo buscaba un rayito de luz, hallé un sol radiante y abrumador que me dejó con las piernas temblando y una sonrisa en mi recién estrenada cara de idiota.

Por fin te encontré, y aún me sorprendo cuando nuestra rutina me regala otro despertar con tu lado de la cama deshecho, nuestra ropa revuelta esparcida por el suelo y a mi lado aún flota tu olor ...

Quizá sea cierto que naciste para que yo te encontrara y que todas y cada una de las piedras con las que tropecé en mi camino no eran más que el escalón previo al siguiente paso para hallarte.

Por fin te encontré, y quizá sea cierto que mi corazón sólo empezó a latir en el momento en que te vi.


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