Crucé los dedos y pensé que ojalá tú hubieras estado tan ciego como yo justo hasta ese momento en que nuestras miradas, como nosotros, se encontraron y tu cándida sonrisa hizo más intenso el halo de claridad que consiguió que recuperara la vista y la respiración y perdiera la razón.
Quizá sea cierto eso de que se encuentra antes lo que no se busca y yo, que sólo buscaba un rayito de luz, hallé un sol radiante y abrumador que me dejó con las piernas temblando y una sonrisa en mi recién estrenada cara de idiota.
Por fin te encontré, y aún me sorprendo cuando nuestra rutina me regala otro despertar con tu lado de la cama deshecho, nuestra ropa revuelta esparcida por el suelo y a mi lado aún flota tu olor ...
Quizá sea cierto que naciste para que yo te encontrara y que todas y cada una de las piedras con las que tropecé en mi camino no eran más que el escalón previo al siguiente paso para hallarte.
Por fin te encontré, y quizá sea cierto que mi corazón sólo empezó a latir en el momento en que te vi.
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