Nada, ni un milímetro más, estancada.
La lluvia se iba animando al ritmo en que la frustración se tornaba ira.
Mis zapatos que hasta hacía un segundo descansaban en el suelo comenzaron a girar descontroladamente.
Podía oír como el viento azotaba los cristales cada vez con más fuerza, la llovizna había dejado paso a la tormenta mientras en la habitación él ambiente era más sofocante con cada repetición del verso.
De repente un sonido ensordecedor rompió el torbellino de agua, las ventanas cedieron y mi expresión se relajó en una mezcla de asombro y deleite.
El ardor de mis mejillas agradeció la humedad y el frío cortante hizo revivir la esperanza.
No fue hasta que estuve calada hasta los huesos que empecé a moverme pausada... y horizontalmente ...
...parece el fragmento de un libro...la historia engancha. lástima que tus fragmentos sean siempre tan cortos :-(
ResponderEliminarun dia me animaré con un libro .. nunca se sabe ..
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