Goodbay

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22 sept 2011

A corazón abierto ( limón y sal)

Deja que te guíe través de mi corazón. Aterrizas justo en el centro, varias entradas a los lados te dejan a la mente caminos que te gustaría recorrer demasiado rápido.

Esta es una de las cosas que vale la pena saborear con cierto detenimiento.

¿Es miedo lo que te hace querer avanzar a tanta velocidad, o es la incertidumbre de no saber dónde está el trayecto adecuado? Te viene a la cabeza la escena más tensa de toda la película.
¿Cuál debo tomar? Comienza por cerrar los ojos y siente.

En contadas ocasiones nos dedicamos a eso de verdad.

No te costará realizar una descripción de sus ojos, notar el calor de sus labios sobre los tuyos o incluso susurrar, si te atreves, esas palabras que solo expresas en su oído cuando le haces el amor.

Abiertos, de todas formas, no te servirán de nada. Admite que las cosas que más te han excitado en tu vida, son las que has imaginado y no visto.

Entras en lo más profundo de mi alma y no puedo menos que instarte a que seas delicado en este tour tan particular que te ofrezco.

Lo primero que has notado son los cambios de superficie. Algún camino, en efecto, desemboca en un principio sobre escarcha y más adelante, continúa en puro hielo.

Puedes recibirlo con facilidad ya que a partir de la línea, todo comienza a congelarse hasta lo más profundo del sendero.

Te adentras. La sensación de frío es cada vez mayor, tu alma se encoje y tu cuerpo, dentro del mío, tiembla.

Es el orgullo el que asola tu mente por segundos. El sentimiento de que tienes que tener la razón cueste lo que cueste, superioridad que te invade y lo único que te deja pensar, es que debes obligarte a ser el último en perder la toalla de las manos.

El último en sonreír, el último en responder. ¡Oh si pudieras materializar el orgullo de alguna manera! En este momento, podrías hacerlo. Estás seguro. Podrías crear el perfecto objeto descriptivo de este sentimiento que parece ser dueño del lugar en el que te encuentras.

Sigues. El sentimiento de culpabilidad te invade unos pasos más allá. Cuando al principio podrías haber acuchillado a la persona que más amas sin sentir ni el más mínimo ápice de dolor, ahora y de nuevo, el aire se transforma, va cargándose de su propio aroma, el aire te la está retratando sin dibujar nada. El. La recuerdas, la hueles, la palpas.

Tropiezas y tu espalda entra en contacto directo con unas paredes que, carnosas, cual tambor te hacen retumbar tras pequeños intervalos de tiempo.

Nota las pulsaciones de mi corazón. Nota como yo, creadora de lo que ahora experimentas, lo siento contigo. Fusiónate conmigo y hagamos de la fusión resultante un solo músculo.

Que sienta el doble, que llore el triple. Sí, me encantaría poder llorar ...


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