Goodbay

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3 sept 2011

castillos de arena



Si hace unos días confiaba en el vaivén, el incesante “subeibaja” del columpio...
¿Y qué hay de la confianza rota? Quizás podamos seguir balanceándonos,
¿pero qué pasa cuando las piernas no llegan al suelo y lo eterno se torna etéreo?

Debajo del asiento de metal las alegres lineas de los pies se pierden con el tiempo y el viento no empuja lo suficiente...

Algo te grita el salta, y es que a veces nos creemos independientes, usamos los eslabones para construir nuestra propia prisión.

Y algo grita cada vez mas fuerte el salta, y alguien, te frena con su impulso... Y de nuevo, la inercia.
La cadena de metal se vuelve cálida, las paredes se vuelven caminos paralelos y se cruzan una y otra vez, en la mirada...

Los terremotos de sensaciones hacen del camino, arena, que el viento impulsa para levantar castillos cerca del mar... Aunque del metal puedan surgir sueños de felicidad no debemos olvidarnos de las olas.

Si tu estas para empujarme en el viaje, los surcos de los pies crean el foso que detiene la marea...

Y si mis piernas no ayudan al movimiento, de nada servirá, porque el mar no cesa de empujar.

Quizás sea hora de usar los dos columpios y soplar para empezar.

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